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Albina Santos: “La Universidad no sólo me cambió la vida, gracias a la UNPA soy escritora”



Albina Santos, es una de las participantes más antiguas del Taller Literario que desde hace más de dos décadas se dicta en la Unidad Académica Caleta Olivia. Comenzó desde allí una fructífera carrera como escritora, narrando historias de aventura, poesías y contando parte de la historia de Santa Cruz, desde la vida y trágica muerte de su hermano Ramón Santos.

Para ella, el paso por la universidad ha sido siempre motivo de alegría, de hecho, siempre que puede hablar del tema confirma: “la UNPA me cambió la vida”.

Su historia tiene pesares, mucho tiempo feliz y todo lo que vivió, sus amistades, anécdotas, malas experiencias, las pudo sortear y canalizar a través de la escritura, desde un espacio que se originó mediante la extensión universitaria, y que hoy expone que la relación de la Unidad Académica Caleta Olivia con la comunidad, es más que un puente, es, como dice Albina Santos: “una compañera de vida”.

Hace 23 años que acudo al taller. Primero con Angelina Covalschi, tuve un parate de dos años con lo del COVID, y me reincorporé este año con Natalia Soria. Ahora estoy de nuevo en una pausa, hasta que la pandemia se calme un poco, y luego continuaré. Es un lugar en el que soy muy feliz”, expresa.

Albina confiesa que su vida es una novela. Una historia digna de contar, por ello, aquí nuestro intento.

En mi vida yo me dediqué a muchas artes: piano, canto, pintura. Pero un día apareció el anuncio de un taller literario en la UNPA, me atraía, pero dudaba. Yo me anoto, si no me conviene, me retiro y ya está. Por qué me iba a retirar, por el problema del idioma. El idioma a mi me costó muchísimo. Para ustedes el castellano es lo usual, es normal. Pero para mi fue un conflicto impresionante, de palabras que se repiten pero que quieren decir diferentes cosas. A qué viene esto, a mi infancia”, explicó.

Resulta que la vida le tenía preparado un destino complejo. Nació en Puerto Deseado, y a los ocho meses su madre falleció. Fue criada por una mujer de origen ruso, que se había afincado en la patagonia, tras huir del zarismo, se amparó en esa localidad portuaria, como muchos otros europeos que escaparon de conflictos en el viejo continente.

Por este motivo, su primera lengua fue el ruso. Ella entendía muy pocas palabras en español.
“Yo creía que esa era mi casa y que la señora rusa era mi mamá. Yo era muy pequeña pero recuerdo que un día entró la policía y me llevó a la casa de mi papá. Pero hete aquí, que mi padre tampoco hablaba castellano, porque era de Galicia. Él hablaba como si fuera un alemán que se integra a la Argentina y le cuesta pronunciar las palabras. En ese conflicto, terrible, tuve que empezar a ir a la escuela primaria. Sufrí tanto esa etapa por el idioma, me costó mucho, fue algo que lamentablemente arrastré por muchos años. Nunca me dediqué a lo que se dice la conjunción de las palabras, los verbos, que hasta el día de hoy creo que lo desecho. No obstante, de muy chica leía muchísimo y eso hizo que me perfeccionara en la forma del habla castellana”, añadió.

 

DON QUIJOTE

Un día vio un aviso del taller literario y comenzó a cursar con la Prof. Angelina Covalschi. Albina nunca olvidó aquella primera clase, contó que llegaron alumnos de hasta Las Heras y Pico Truncado, “el cupo era para 18 personas pero sobrepasamos la convocatoria”.

Recuerdo que una de las primeras cosas que hicimos fue escribir algo con relación al Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Claro, estábamos un poco perdidos, pero ella nos dijo que hagamos de cuenta como que Miguel de Cervantes estuviera en el aula. En ese momento estaba encendida la calefacción, por lo que escribí: -Habéis de saber qué es aquel ruido que somete mis oídos, que me confunde. Todo lo se me ocurría lo escribí. Continuamos la clase y nunca me voy a olvidar que yo fui la más sorprendida de lo que lograba. Debo mucho a Angelina Covalschi, ella continuó corrigiéndome continuamente, hasta el último día de clases, pasaron 23 años, y me hizo lo que soy. Se lo debo a ella. Fue un recorrido muy difícil, pero ella me comparaba con la historia de Roberto Arlt, quien también fue hijo de europeos, y le costó mucho expresarse”, sostuvo.

 

A Albina la sedujo el escribir. Para ella, hacerlo hace que uno pueda “viajar a todos lados”, desde la parte más insignificante de un ser humano, como también al espacio, al fondo del mar. “Como Ray Bradbury que viaja al infinito del universo”.
“Yo he tenido una vida muy dura y difícil, muy triste, y escribir ayuda a que los problemas decanten. Al escribir uno sobre lo que le duele, lo que ha sufrido, decanta mucho, se siente un alivio hacia lo que uno ha expresado. A muchas personas conocidas, amigas, les he incitado a concurrir al taller y han ido por ese motivo, para que los ayude. Es como una confesión, pero una confesión escrita. Porque la escritura, en cierta forma tiene un mensaje, siempre, pero aparte ahonda lo psicológico y filosófico. A veces uno escribe y no se da cuenta que está tomando ese camino, y qué decir de cuando uno escribe una novela o un cuento, donde cada personaje tiene su manera de ser, y allí viene el conflicto de la historia”, explica Santos.

 

GÉNEROS

La escritura se le da como puertas que llevan a diversos mundos, por eso, indagó, se llenó de curiosidad y se sumergió en varios de los géneros literarios. No obstante, lo que más le atrajo, siempre, “fueron las aventuras”.

Su libro “El paraíso de los ñires dorados” es una recopilación de textos de aventuras, sin embargo su primera publicación “Sombras Chinescas”, está inundado de relatos de terror. “A pesar que la gente se espantaba, para mi fue un placer escribirlo. Por eso digo que la escritura decanta y nos ayuda mucho. Esa fue mi terapia”, aseveró Albina Santos.

Hoy no puede hablar de su propia vida sin hacer notas de su relación con la Universidad Nacional de la Patagonia Austral. Y eso no es un peso, sino todo lo contrario, cree que es un espacio “para que toda la gente pueda aprovechar, porque es el inicio a un camino de crecimiento, una oportunidad para todos”.

La Universidad es toda mi vida. No tuve suerte, porque en el momento de mi juventud no había universidad, ni siquiera colegio secundario, pero de grande pude ingresar, pude empezar a disfrutar de una actividad que para mi es sensacional. Nunca dejaré de escribir, y nunca dejaré de reconocer a la UNPA, porque gracias a la universidad de mi ciudad, mi Caleta Olivia, yo hoy puedo decir: Soy Escritora”, sentenció.